viernes, 16 de noviembre de 2012

Presente Vivido

LA QUINTA HISTORIA QUE OS VOY A CONTAR...

Fieles lectores: Os debo una disculpa.

Sé que hace ya bastantes semanas que no os contaba algún cuento con el que arropar vuestra alma. Cierto, he de admitir que me siento un poco culpable de no haberme pasado por aquí a ver que tal iban las cosas. La causa de ello han sido los exámenes que acarreo constantemente debido a la evaluación continua a la que estoy sometida durante todo el curso escolar. Por eso, para ganarme vuestro perdón o como mínimo una sonrisa vuestra, la historia que os voy a dejar hoy es muy larga.
Es de las más recientes que he escrito. Para ser precisa os diré que la escribí a finales de octubre.
 ¿La motivación? Un trabajo de literatura que me dio la gran idea. 
A mi parecer es un argumento interesante aunque puede parecer un tanto complejo. A los pequeños lectores que les guste calentarse la cabeza o los enigmas, esta historia puede que les encante. 

Como una vez más, quiero daros las gracias por alimentaros día a día con mis historias en este pequeño rincón. Muchas Gracias. Disfrutarla.



                                               PRESENTE VIVIDO


Lo recordaré toda mi vida. Nunca se lo he contando a nadie, pero tengo tanta necesidad de hacerlo…que contigo haré una excepción.

Quizás, después de leer toda la historia me tomes por una simple “famosilla” que quiere meterse así como así en el interesante mundo del escritor, después de hacer varias apariciones en el mundo de la televisión como presentadora o como reportera en algún que otro informativo. Pero si piensas que te cuento esto por aumentar mí caché, realmente te equivocas o simplemente, es una verdad tan irracional que a partir de ahora, cuando me veas por la calle, siempre me vas a ver con la pegatina pegada en la frente que diga: Estafadora.

Ya no es cuestión de que quiera o no quiera que me creas (que personalmente te digo que me gustaría que lo intentaras), si no en que necesito liberarme de esta carga tan pesada, sentirme liberada. Muchos años me he pasado investigando, buscando alguna razón lógica que haga encajar todas las piezas de este rompecabezas, pero hasta la fecha no tengo absolutamente ninguna teoría que pueda ser demostrada. He buscado en todas las bibliotecas municipales, he visto millones de documentales vía internet archivados sobre casos extraños de este tipo, he buscado en bibliotecas virtuales de toda España, de muchos países… Pero a día de hoy no puedo dar el Porqué de lo que me pasó a mí ni puedo tampoco decirte si a alguna persona le ha pasado lo mismo. Si a alguien le ha pasado lo mismo, no está constatado o extrañamente yo no he dado con ese documento.

Después de todo lo que te he dicho, si ya no te ves capaz de continuar leyendo o ya te has cansado de mí, te recomiendo que te vayas a hacer otra cosa. Yo no escribo en balde y tú, supongo que tampoco lees para perder el tiempo. Y antes de comenzar a relatarte mi suceso te quiero decir independientemente de que te quedes a leer o no, que me alegro de haberte conocido y de que me hayas escuchado aunque sea un momento. Gracias.

Aquel día, era un lunes como otro cualquiera. Amaneció ya nublado, apenas quedaban espacios azules entre nube y nube. A las ocho de la mañana, me encontraba en pleno atasco en la avenida del Antiguo Reino de Valencia. En el coche me impacientaba lentamente mientras escuchaba M80 Radio, mi emisora favorita. Apoyada en el volante resoplaba esperando a que aquel atasco a unos cuantos metros de donde estaba situada se deshiciera. De vez en cuando miraba el reloj desesperada. Necesitaba de inmediato llegar al centro porque había quedado con Víctor, el responsable de conceder créditos en la sucursal del banco. Me iba a confirmar sí al final me concedían el crédito para comprarme el piso que tanto había soñado tener en el centro de Valencia. Y desgraciadamente llegaba tarde como de costumbre a una cita, por unas causas u otras. Llegué a las ocho y media al banco, allí me esperaba Víctor con cara de pocos amigos para darme una negativa. Al banco le parecía demasiado alto el riesgo del préstamo. Tras hundir mi moral en la decepción, me marché del banco directamente al trabajo. En aquel momento trabajaba en la conocida emisora llamada Kiss Fm aunque realmente no me gustaba estar allí ejerciendo mi profesión. Sin embargo, si me paraba a pensarlo, era mejor eso que nada.

 Cuando terminé mi turno, al igual que unos cuantos empleados, nuestro jefe nos citó en la sala de juntas. Desgraciadamente la noticia no fue buena. Nos informó de que iba hacer un ere debido al excesivo personal que había incorporado nuevo de aprendiz. Querían a gente joven y competente y a su parecer los trabajadores que excedían de los 35 años ya no eran de los más jóvenes. Yo, en ese momento con 40 años, no tuve otra opción al igual que algunos de mis compañeros y me quedé sin trabajo. A las siete salí de la emisora y cogí el coche en dirección hacia mi piso. En casa me cambié de ropa y me puse el chándal y las deportivas. Decidí irme a correr al cauce del río para desconectar un rato del desastre de día que había tenido. Una vez allí en el cauce, hice unos estiramientos previos y luego un calentamiento activador para empezar a hacer footing. Empecé a correr moderadamente observando el paisaje pero no conseguía sacarme de la cabeza la voz de mi jefe diciéndome “Estás despedida” mientras se me reflejaba en la mente la cara de Víctor, el hombre del banco mirándome con cara de pocos amigos. Sacudí la cabeza bruscamente para intentar no pensar en ellos e intenté sacar mi lado humorístico. 

Me han despedido y ahora me va costar pagar las deudas. Al final, después de todo lo que le dije, aun tendré que ir a darle las gracias a Víctor por no concederme el préstamo y con ello, arrebatarme la casa de mis sueños.

Mi vida se desmoronaba por milésima vez. ¿Qué sería de mí ahora?, ¿Cómo pagaría las facturas, el alquiler…? Aceleré mis zancadas mientras pensaba en mi situación personal. Realmente hasta ese momento profesionalmente nunca me había salido nada bien. Nunca había hecho ningún trabajo del que estuviese orgullosa ni tampoco nada que ayudase a los demás a ser felices. Era una cuarentona, sin casa propia, sin trabajo, sin pareja, sin amigos y con familia enfrentada y alejada. Estaba sola y no tenía a nadie a quién acudir. Me salí del empañamiento de ideas negativas que llevaba en la cabeza y decidí descansar un rato antes de hacer los minutos restantes. El cauce del río Turia estaba vacío, no había nadie cerca del tramo en el que yo estaba en ese momento. Eran casi las nueve de la noche y hacía algo de frío cuando me metí en un parque que hay allí. Me senté en un columpio de los dos que había creyendo que estaba sola, pero no era así.

 Cuando me giré para mirar al otro lado del parque me encontré sentada a mi izquierda en el otro columpio a una señora mayor. Me sobresalté y pegué un pequeño salto sentada. Hasta la fecha, juraría que en ese columpio de la izquierda cuando entré al parque no había nadie.
 Aquella mujer anciana aparentaba tener unos 90 años. Tenía la cara muy demacrada, llena de pequeños pliegues en los mofletes y en la frente. Tenía los ojos un poco llorosos de color grisáceo y le faltaban algunos dientes. Tenía el cabello largo, totalmente cubierto de canas y llevaba puesta una especie de bata negra con unos botines grises. Me quedé mirándola asustada, fijándome en los detalles más destacables a simple vista. Aquella extraña vieja me sonrió y me comenzó a decir:

-       - Muchacha, no te asustes. ¿Es que no me has visto sentada? Las jóvenes de hoy en día…
-      -  No, perdone. Es que estaba pensando en mis cosas. ¿Qué hace una mujer como usted, de su edad, sentada en un columpio en un parque?
-      -  Pasando el rato. Me gusta salir de casa para que me dé un poco el aire. Lo mismo le pregunto a usted, - ¿Qué hace por aquí una joven como usted?
-       - Salí a correr un rato y a ponerme en forma.
-       - Muy raro es encontrarla sola. La veo preocupada –Intuyó-.
-       El estrés de hoy en día y esas cosas pero no es nada fuera de lo común en esta sociedad, señora. –Mentí-.
-       - Muchacha, soy muy mayor ya y sé cuando me están mintiendo. A ti te pasa algo.
-      -  Es cierto, pero es una historia un tanto larga. Y no quiero molestarla ni apenarla.
-       - Tengo todo el tiempo del mundo querida. Cuando quieras.
-     - La verdad es que mi preocupación viene a causa de que no me han concedido el préstamo que yo quería para la casa que me habría gustado comprar y por si fuera poco, hoy mismo también me han despedido del trabajo. Estoy arruinada, mi vida está llena de problemas. Usted me dirá que un mal día lo tiene cualquiera, una racha o una mala temporada. Pero, ciertamente, esta situación viene de muy atrás en el tiempo, se remonta a mi infancia.


“Cuando apenas empecé a ir al colegio, mis padres se separaron y mi madre se quedó con mi custodia. Me matricularon en un colegio privado a unas cuantas calles de donde entonces vivía. Era una niña muy agradable, sacaba notas muy positivas y según los maestros, era una niña modelo en mi clase. Todas mis compañeras de clase me tenían mucho cariño, incluso alumnas de cursos superiores iban muy a menudo a pasar parte de sus descansos conmigo. Era un icono, una chica popular y querida por la gente.

Tres años después de mi ingreso en ese colegio, a mi madre le retiraron mi custodia porque se volvió alcohólica y cayó en una tremenda depresión. La causa de ello, fue la estafa que sufrió en un negocio por parte de su pareja sentimental de aquel entonces. La custodia pasó a manos de mi padre, que cambió mi lugar de residencia a Madrid junto a él. Vivía en el barrio del Escorial, e iba a un colegio privado lejano a mi casa.

Aunque me costó unos meses adaptarme, lo conseguí. No me gustaba pasar mucho tiempo con mi padre y echaba de menos a mi madre, que se encontraba internada en una clínica de rehabilitación, (o eso es lo que me decían a mí). Intentaba pasar abundante tiempo refugiada en mis nuevos amigos para no encontrarme siempre dentro del ambiente familiar. Y así iba pasando el tiempo. Mis notas seguían siendo muy buenas y tenía amigos pero, mis profesores notaron anomalías en mi personalidad y conducta. Constantemente en los boletines que enviaban a mi casa, marcaban la fluidez verbal tremendamente fantástica que tenía para mi corta edad y mi extraña madurez como individuo. La responsable del boletín remarcaba que cuando me encontraba en una situación en la que me sentía en peligro o a punto de correrlo, llevaba a cabo actos bastante raros para una niña de siete u ocho años. Mi padre no le daba demasiada importancia puesto que imaginaba que cabía la posibilidad de que yo acarreara un trauma personal con la situación que estaba viviendo, a causa de los problemas psíquicos de mi madre.

La situación en ese colegio duró un corto período de tiempo, dos años después cerraron el colegio y mi padre decidió meterme en un colegio público de la zona. Lo extraño es que en este nuevo colegio no caí bien. Nunca conseguí adaptarme a pesar de que estuve más en ese colegio que en ningún otro. Los niños me tenían apartada, me miraban con malos ojos y yo no me veía identificada con ningún perfil de aquel lugar. Me pasaba todos los días sola y pocas veces salía de casa. Casi todos los días me los pasaba deprimida, haciendo compañía a mi padre mientras él me aseguraba una y otra vez que todo cambiaría.
 Pero, por desgracia, no era cierto. A pesar de que lo dicho no se cumpliera, él continuó asegurándome que cuando llegara la secundaria encontraría lugar.”

-       - ¿Y QUE PASÓ? ¿Encontró usted su lugar en el colegio?

Aquella mujer me escuchaba atentamente y no perdía comba ante todo lo que le decía. Eso me llamó bastante la atención por el hecho de ser tan mayor. Mientras yo le contaba aquella historia y me perdía en el pasado, ella bebía pequeños sorbos de una botella que contenía Ginebra.
En la oscuridad de la noche, nos encontrábamos sentadas en los columpios del parque. Absorbidas en el tiempo nos alimentábamos de una historia tan excitante. Me estremecí en la oscuridad mientras que un aire otoñal recorría mi tez y me erizaba los pelos, uno a uno.
-       Lo cierto es que no. En el colegio, no.
En el momento que hice una pausa, la anciana me ofreció una de las dos botellas de Ginebra que llevaba y yo la acepté y empecé a beber sin más. Seguidamente, proseguí con mi largo relato:
-       
        “Cuando pasé a secundaria, me matriculé en un instituto público. Mi padre, para hacérmelo más fácil, decidió volver a vivir en Valencia, donde vivía anteriormente con mi madre. Mis hermanastros se quedaron viviendo en Madrid, donde terminaron sus carreras. Aunque me alegraba de volver a Valencia, no vi a mi madre durante todos los años transcurridos dentro de la secundaria. Sabía que su terapia había dado resultado según algunos conocidos de ella, pero no sabían indicarme su paradero.
Yo continuaba sacando buenas notas como de costumbre, sin embargo, de vez en cuando me costaba mantener mi media de ocho. Todos mis compañeros me tenían mucha envidia por ser buena estudiante y se pasaban el día poniéndome verde a mis espaldas, algunos me robaban cosas de mi cartera o me gastaban alguna que otra broma y yo, la mayor parte de mi tiempo me dedicaba a aguantarles sin amigos, prácticamente sola, estudiando.

Cuando estaba en los últimos cursos, en bachiller, descubrí que mi verdadera vocación y mi único interés personal era ser comunicativa. A pesar de que muchos años estuve callada y aislada, yo siempre había sido muy amigable. El problema era que la gente, por causas desconocidas, supongo que la envidia, nunca se había parado a intentar conocerme de verdad. Así que empecé a estudiar muy duro para sacar buenas notas y poder acceder a la universidad para llegar a ser presentadora de televisión o reportera. Mi gran ilusión, mi única ilusión.

La gente continuaba marginándome y llamándome rara pero a mí ya apenas me importaba. Yo les miraba con indiferencia y pensaba que no estaban a mi altura pero interiormente, todavía deseaba que algún día las cosas cambiasen y tuviese una mejor vida.

Pero mis planes se vieron torcidos. Mi padre perdió mi custodia a un año de hacer el examen de acceso a la universidad. Mi madre apareció de la nada cuando tenía 17 años y estaba a punto de terminar el último curso de bachiller. Reclamaba la custodia para recuperar los años perdidos como madre debido a su incapacidad pasada. Puesto que en su expediente ya figura como que ya estaba tratada y curada, ganó el juicio y como en ese entonces yo era menor no pude hacer nada.

Al principio, cuando volví a vivir con mi madre, me encontraba en una situación muy violenta. Parecíamos dos desconocidas en una misma casa, mi madre había cambiado mucho. Se volvió en una mujer muy nerviosa y maniática en hacer las cosas perfectas. Quería que todas las personas de su alrededor fuesen muy felices aunque ella no lo era. Sus repentinos cambios de humor y la situación de nuestra nueva vida en común la llevaron otra vez a caer en la depresión y en sus constantes intentos de suicidio y robos en tiendas.

Yo empecé a descuidar mis estudios porque mi madre intentaba suicidarse con mucha frecuencia y tenía que hacer muchas veces de niñera en vez de hija. Mi padre no pudo ayudarme a pesar de que quiso hacerlo porque tuvo un accidente laboral muy grave y se quedó inválido. Solo podía cuidarla cuando tenía yo clase y a menudo ni eso. Más de una vez tenía que salir antes de clase porque me llamaban al móvil diciéndome que habían pillado a mi madre haciendo alguna fechoría. Estaba claro que mi madre llevaba a cabo cualquier intento desesperado para llamar mi atención. Y, desgraciadamente, eso me pasó factura.

Llegó el final de curso y había conseguido aprobar todas las asignaturas de puro milagro. Pero todavía me quedaba el reto del examen final. Tenía que estudiar sí o sí si quería sacar la nota para periodismo. Me pasé estudiando muchos días, a todas horas, pero los dos últimos días cruciales no pude hacerlo, Mi madre tuvo un accidente automovilístico. Otro intento de suicidio de los suyos, pero esta vez, se quedó en coma. Tuve que estar con ella y no estudié todo lo que debería de haberlo hecho en esos dos días de vital importancia para consolidar los conceptos. Al final me presenté al examen pero me faltaron unas décimas para entrar y al final cogí un ciclo formativo para trabajar en la radio pero nunca ha sido lo que realmente he querido.

Mi madre, despertó del coma un mes después del examen y le di la oportunidad de meterla en un nuevo centro de ayuda pero ella se negó. Yo, con 18 años ya, le dije que se alejase de mí para siempre si no tomaba el camino que yo le había proporcionado. No quería ser curada y yo no podía hacer más por ella. Esa fue la mejor decisión que pude tomar. Por otra parte, mi padre se volvió a casar por tercera vez y formó una nueva familia con los dos hijos de su nueva mujer y mis hermanastros mayores, (fruto del primer matrimonio que tuvo mi padre), se fueron a vivir al extranjero. Poco después de esto, encontré pareja en la radio y intentamos formar un hogar juntos pero desgraciadamente a pocas semanas de casarnos, descubrí que me era infiel y me abandonó.
Y esta es toda mi historia. Por desgracia, patética.”

-    -   ¿Ya has terminado? Siento tener que darte la razón. En tu vida has tenido demasiados sucesos penosos. Pero ahora te preguntaré algo, ¿Tú crees en las segundas oportunidades?

-   -  La verdad es que nunca me lo había planteado. Supongo que sí, porque si no, no le habría dado esa segunda oportunidad a mi madre o tampoco habría sido bien acogida cuando llegué a El Escorial.
-      -  Pues entonces, si es así y crees, la tendrás y muy pronto.

Me quedé callada, pensativa. ¿Esa mujer tendría razón? ¿Por qué estaba tan convencida entonces? A penas me conocía y ya podía afirmar algo que no había pasado en toda mi vida. Sin embargo… Estaba tan convencida de que pasaría que hasta parecía que pudiese ver mi futuro.

Nos quedamos en silencio un rato, bebiendo cada una de una botella distinta. No tengo ni idea de qué hora sería pero la noche ya había caído sobre el parque. Hacía ya bastante frío pero al beber una bebida que ardía tanto en nuestras gargantas no notábamos nuestra piel de gallina. Nos pasamos todo el rato bebiendo en silencio hasta tal punto que nos emborrachamos.

La situación sería bien extraña: dos desconocidas que se ponen hacer botellón en un parque. Dos señoras mayores… DEMASIADO mayores. Empezamos a reírnos por tonterías y nos pusimos en pie y comenzamos a caminar por el río Turia. La luna ya se asomaba y la luz de las farolas nos iluminaba mientras deambulábamos por los jardines con las botellas en las manos riéndonos y diciendo cosas sin sentido. En ese momento, de repente, la anciana me paró cortándome el paso y me dijo:

-       -Vas a tener tu oportunidad, cuando yo deje de respirar, cuando vuelvas a despertar, tus errores vas a poder enmendar. No digas nada porque por loca te tomarán. Mi vida fue feliz en su día y ahora he de partir sabiendo que algún día feliz serás.

Yo me asusté pero no le di importancia. Pensé que esa mujer iba tan bebida que no estaba en sus cabales. Poco después llamé a un taxi y me marché a casa dejando a aquella extraña mujer en la avenida Peris i Valero. Hasta aquí ese día que marcó mi vida para siempre.

Al día siguiente desperté en la casa que vivía con mi padre cuando tenía 17 años. Me miré en el espejo y no encontré rastro de esa mujer cuarentona. ¿Dónde estaban las arrugas y la flacidez de mi piel?, ¿Y las patas de gallo? Rápidamente me lavé la cara para despertar de ese sueño tan surrealista.
Mi cara, increíblemente continuaba siendo la misma. La de una joven pre-universitaria. Era una joven atrapada en un cuerpo adolescente. Tenía la información en mi cerebro de las consecuencias de las decisiones que tomé hace veintitrés años. 

Me dirigí rápidamente a mi mesita de noche, abrí el cajón y encontré el calendario. ¡Me encontraba en el año 1985! ¿Esto era una broma de mal gusto? Fui al salón y encendí el televisor para ver las noticias y vi en pantalla a un Jesús Hermida hablando de un suceso que reflejaba la fecha y el año. Me quedé flipada. Me paré a pensar y exclame en voz alta:

-       - ¡Dios! ¡La mujer del rio Turia ha acertado en su vaticino!
Si yo tenía 17 años y mi cabeza sabía lo que iba a pasar…Si había algo que no me gustaba… Lo podría cambiar. En ese momento cogí el teléfono de casa y la agenda y me dediqué a llamar a amigos de mi madre, para saber cuánto tiempo le quedaba en el centro de rehabilitación. Luego le dije a mi padre que mamá volvería a por mí custodia pero sus amigos me habían dicho que todavía tenía problemas médicos y yo quería terminar los estudios con mi padre. Entonces empezamos a trabajar juntos en el posible juicio y en los argumentos necesarios para poder desacreditarla. Iba a ser mi segunda oportunidad en la vida.
Unos meses más tarde, mi madre, presentó su queja formal al juez y se celebró el juicio. Mi padre y yo ganamos y conseguimos permanecer viviendo juntos. Pensé que después de eso, volvería a 2008 con mis cuarenta años, pero no fue así. Esperé años y años con la esperanza de volver a la época actual, sin embargo, me quedé atrapada en el tiempo. En un presente vivido.

Cambié varias cosas más en mi vida. Estudié bastante y al final conseguí graduarme en periodismo. Mi madre tuvo el accidente y yo la metí involuntariamente en un centro de enfermos mentales con buenos especialistas. En vez de trabajar en la radio, empecé hacer varios trabajos en la televisión y a dar mis primeros pasos dentro del panorama periodístico de este país. No acepté el anillo ni la proposición de matrimonio de mi compañero Manuel, (aunque nunca llegaríamos a casarnos).

Mi vida comenzó a cambiar radicalmente. A ver, perfecta no es, pero si una vida con ganas de progresar. Se acerca más a lo que yo quería. Misteriosamente, hasta la fecha, no he podido saber porqué ocurrió ni nada más de la vieja en los veintitrés años que volví a repetir.

Pero ahora, lector, vas a quedarte alucinado de verdad. Es lo más espeluznante de toda esta larga historia. ¿Estás preparado para continuar?

10 de Noviembre de 2008
Una mañana cualquiera. Era un lunes, amaneció ya nublado, apenas quedaban espacios azules entre nube y nube. Aquel día, a las ocho de la mañana me encontraba en el metro que me llevaría hasta la TVE. Vivía en Madrid, a pesar de que cuando tenía algún rato libre bajaba a Valencia. Escuchaba M80radio con mis auriculares.
A las diez paré para cenar en una cafetería cercana a mi trabajo y casi me da un ataque de parálisis cuando vi la noticia que más me ha impactado en mi vida:
-      
-    - Hoy ha sido atropellada una anciana de noventa años en la avenida Peris i Valero en Valencia ciudad. Parece ser que la anciana iba extremadamente borracha y ha sido atropellada por un taxi mientras ella cruzaba la calzada en pleno semáforo en rojo, Ha sido una muerte violenta y rápida. Cuando el responsable del automóvil bajó a ayudarla la anciana ya había fallecido. Son noticias de última hora. Aquí pueden ver una foto de ella en pantalla. Este es un caso particular, ya que se han buscado datos de identificación y a los familiares cercanos y lejanos que se hagan cargo del cadáver y no se han encontrado ningunos datos de parentesco ni de relación con nadie. Esta mujer de origen español podría tener familia en otro país. Se está investigando y el cuerpo policía pide colaboración a los ciudadanos españoles. Si saben cualquier cosa o la conocen llamen al número que les aparece debajo de la pantalla o al número de emergencias y colaboren con el caso. Y esto es todo por hoy, 10 de noviembre, mañana más.


Me quedé alucinada. La anciana que me advirtió y me profetizó lo que me pasaría había fallecido nada más y nada menos que el día… ¡10 de noviembre de 2008! El día que hablé con ella y me pasó todo. El día que volví al pasado. Poco después de hablar con ella.

Aquella noche apenas dormí. ¿Qué pasaría al día siguiente? ¿Todo habría sido un sueño? ¿Una pesadilla? ¿Me despertaría otra vez en 1985? ¿Tendría por tercera vez 17 años? ¿Moriría yo también?
Lo cierto es que no, amigo mío, me desperté y miré la fecha: 11 de noviembre de 2008. Ese día fue el primer día que empecé a vivir mi vida sin repetir lo que ya había vivido. Cumplí mi objetivo: cambiar mi pasado. Ahora viviría mi presente.

 Y aquí estoy, escribiéndote mi confesión más profunda, el 5 de enero de 2013. Ahora tengo 45 años mentalmente y físicamente.

Quiero que te pares a pensar en lo que te he contado y respondas a la pregunta que te cuestiono:
¿Crees en las segundas oportunidades?


FIN

miércoles, 24 de octubre de 2012

Magia En El Aire

LA CUARTA HISTORIA QUE OS VOY A CONTAR...


Agradecida. Así me siento yo cada vez que dejo alguna pequeña historia en mi blog y posteriormente alguna personita me dice que ha leído mis palabras. 
Gracias a todos los que empleáis vuestro tiempo en leer mis historias, espero que realmente os emocionéis con ellas.
Y sin más preámbulos, voy a contaros como surgió la buena idea de crear esta historia, la que os voy a dejar hoy aquí.

Todo comenzó una semana antes de las navidades pasadas. Mi profesora de literatura nos pidió como deberes de clase, que creásemos una historia libremente pero con una condición. El tema que debíamos tratar en ella no iba a ser otro que... La Navidad. 
Curiosamente, nos dejó de plazo para entregarla hasta después de las fiestas. 
Tuve mucho tiempo para pensar, para tomar notas, romper borradores, buscar ideas... Pero  ninguna propuesta me parecía lo suficientemente buena para crear un cuento y lucirme así como así delante de la profesora. Sabía perfectamente que esa idea original y creativa todavía no había llegado a mi cabeza. Me pasé muchos días frente a la pantalla del ordenador con una taza de café en la mano sin escribir ni media línea. ¡Eso no podía estar pasándome a mí!

Finalmente, una noche escuchando música en mi escritorio, llegó la inspiración. Me costó tres días escribir la idea, pero al fin y al cabo valió la pena. Este cuento lo considero como una de las mejores creaciones iniciales que he hecho hasta el momento. 
Cuando lo presenté, agradó mucho a la gente que lo leyó. 
Ojalá en vosotros cause el mismo efecto, disfrutarlo.


                  MAGIA EN EL AIRE  



Aquella tarde Margot estaba muy inquieta. Estaba sentada en la butaca del salón de su colegio moviendo la pierna nerviosamente. El salón era muy grande y acogedor. La calidez de la habitación empapaba a cualquier persona que se encontrase allí sentada. En la gran chimenea central abundaban los troncos de madera y la chispa de la llama no obtenía gran volumen respecto a los troncos. La habitación tenía poca iluminación, así que abundaban las sombras donde solo se podía apreciar un sofá en la pared izquierda de la habitación, en medio de ella una mesa de madera, en la pared del fondo el butacón donde se encontraba Margot y en la pared derecha se situaba la chimenea y un árbol de navidad.



Nerviosa, volvió a examinar el reloj de su muñeca. Eran las ocho de la tarde del día 24 de diciembre. Miró a la puerta del salón con la esperanza de encontrarles allí pero no, no habían venido. Margot decepcionada pensó en lo peor. Ellos se lo prometieron. Le prometieron este año llevarla a casa y pasar las Navidades juntos, en familia. Pero no era el primer año que le hacían esta promesa y luego no la cumplían. Sus padres estaban separados desde solo hacía tres años, sin embargo a ella le parecía mucho más tiempo del real. Se podían ver, se hablaban… aunque la mayoría del tiempo era una situación tensa y un poco violenta para ellos dos si Margot no se metía en la conversación. Ellos se lo prometieron, que aunque estuviesen separados pasarían las Navidades juntos. Se lo prometieron hace tres años, desde las primeras navidades que ya no vivían juntos. Siempre, cuando quedaba menos de una semana su madre o su padre llamaban para venderle una escusa barata del porqué no irían a recogerla para irse a Cergy. Pero esta vez la habían dejado en el colegio… La habían dejado plantada el día de Nochebuena… eso era intolerable. 
De repente, su móvil sonó con la música de “Everlife”. ¡Eran ellos! Rápidamente sacó del bolsillo de su chaqueta el teléfono y contestó al segundo:
-       ¿Si? ¿Quién es? –preguntó esperanzada-.
-       ¡Hola princesa! –le saludó su padre a pesar de que la calidad del sonido era nefasta-.
-       ¡Papá! ¿Qué tal? Ya estaba empezando a preocuparme por si no ibas a venir… ¿Qué se ha retrasado el avión desde España?
-       Princesa…Lo siento mucho, pero es que el hijo de Jessica, Prince se ha puesto muy malo y lo hemos tenido que llevar al hospital a que lo viese el médico. Hemos perdido el avión porque de camino perdimos de vista a Lea y la hemos tenido que buscar, pero no te preocupes, la hemos encontrado.
-       Papá, me lo prometiste. Me dijiste que pasaríamos las navidades mamá, tú y yo. Jessica estaba excluida del plan. Ella se iba a ir con Prince y Lea a ver a su familia de Estados Unidos. Encima por su culpa pierdes el avión.-Dijo Margot rabiosa pero con un punto de tristeza-.
-       Margot, ellos no tienen la culpa ni Jessica tampoco, es solo cuestión de mala suerte. Te prometo que cuando podamos cogeremos el avión e iremos hacia París.
-       Para cuando te venga bien ya se habrán terminado los billetes y también la Navidad.
Margot colgó el teléfono con rabia, bajó la tapa del móvil y la volvió a levantar para llamar a su madre:
-       ¿Sí? ¿Margot? –preguntó la dulce voz de su madre-.
-       Mamá, ¿Te has enterado de lo de papá? Es de vergüenza que nos haga esto. Vergüenza tendría que darle también a su novia, Jessica que es muy mala madre. Mira que no saber cuidar a su hijo Prince… y encima perder a su hija Lea… eso es todo lo que le importan sus hijos… ¡Un pimiento! –Dijo apresuradamente-.
-       Cielo, ya sé que este imprevisto no entraba en nuestros planes y sé que George no ha inventado esa escusa para no ir a por ti a París. Hace unos minutos me llamó Jessica para informarme, y lo peor de todo es que a mí también se me han complicado las cosas para acudir a recogerte. Se han cancelado muchos vuelos desde Londres a París, Alemania y España incluido el mío, por las fuertes nevadas.
-       ¿Entonces voy a pasar las navidades aquí en el colegio sola?
-       ¡No cariño! Iré en cuanto consiga un vuelo pero hasta mañana no tendré ninguna posibilidad. Llamé a los Bourque-Gillete, nuestros vecinos. Estarán llegando a recogerte. Quédate con ellos hasta que yo o George vayamos a por ti.
-       Vale mamá. Cuídate y feliz Nochebuena.
Margot colgó y guardó el móvil en su bolsillo. Pasaría las navidades con sus vecinos. Era lo peor que se podía esperar para aquella Nochebuena.
Los Bourque-Gillete la recogieron a las nueve. Después de cuarenta minutos de coche y un largo silencio llegaron a Cergy, el pueblo donde vivía Margot desde que tenía tres años. Cuando el Señor Bourque descargó sus maletas, Margot subió a la habitación de invitados por las escaleras. Dejó los baúles en el suelo y se tumbo en la cama. A las diez de la noche, la Señora Gillete subió a la habitación donde se encontraba Margot y le dejó en una bandeja un plato con un trozo de pavo, un trozo de tarta y un vaso de agua. Margot cenó y se metió en la cama. Dio vueltas, primero a la derecha y luego a la izquierda hasta que se quedó dormida.
Al día siguiente se despertó y se acordó de porqué estaba en casa de sus vecinos. Cogió la bandeja de la cena y bajó a la cocina a dejarla encima del banco. Luego, se fue al salón y se sentó en el gran sofá central. Se fijó en la estantería que estaba encima del televisor. Había una nota que llevaba su nombre. Se levantó despacio, cautelosamente, la cogió y la leyó. Los Bourque-Gillete, le informaban de que habían salido de casa para hacer las compras y que volverían sobre la hora de comer. De repente llamaron a la puerta. Ella corrió al recibidor y abrió la puerta para ver quién era.
Una chica alta y esbelta se tiró encima de ella y la abrazó con fuerza. Era una chica de cabellos largos, rizados y dorados. Tenía los ojos verdes oliva y unos labios rosados. Llevaba puesto un abrigo blanco de pelaje suave y unas botas de caña alta de color marrón. No podía ser otra chica, era su prima Lorraine.
Lorraine era una prima hermana de Margot que vivía en Cergy. Tenía un año más que Margot y no se veían mucho porque Margot se pasaba todo el año estudiando en París. Solo se pasaba por Cergy cuando eran vacaciones.
-       ¡Lora! ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí? ¡Creía que estabas pasando las navidades en Argentina!
-       Pues creías mal, eso fue el año pasado primita. Me he enterado de que George y Grace no han podido venir aquí a pasar las navidades contigo. Lo siento mucho, Margot. Sé lo que te apetecía volver a estar los tres juntos.
-       Ya… Pero me parece que esos momentos que pasábamos toda la familia junta mis padres, nuestros primos, nuestros tíos… Cantando villancicos, viendo la tele juntos… no volverán.
-       Lo sé y por eso, para que no estés sola el día de Navidad, he hablado con tus vecinos y me han dado permiso para que vengas a mi casa a comer.
-       ¿Si? Pues entonces acepto la invitación encantada, Lora. Venga vamos a tu casa. –Dijo Margot cerrando la puerta-.  
-       Espera, antes de que nos vayamos quiero darte mi regalo de Navidad para ti, Margot.
-       No hacía falta que comprases nada, Lorraine. Eres demasiado generosa.
-       Toma, Margot. Feliz Navidad.-Dijo su prima entregándole un pequeño sobre con un lazo de color naranja-.
Margot abrió el sobre delicadamente para no romper el contenido. No era dinero. Lo abrió y pegó un chillido:
-       ¡AAAAAAHHHH! ¡Son dos entradas para el concierto de “Everlife” en París! Muchas gracias, Lora, Enserio.
-       Sabía que te encantarían y compensarían la falta de George y Grace.
-       No Lora, te equivocas. No hay regalo en el mundo que pueda reemplazar la ausencia de mis padres. La Navidad no se basa en regalos, se basa en estar con la familia. Preferiría no recibir regalos y estar con toda mi familia. Es mas, soy más feliz con el hecho que hayas venido a por  mí que con el hecho de que me hayas regalado entradas para el concierto de mi grupo favorito en París.
-       Margot, aunque el aire grite que ellos no están, aunque te sientas culpable por no poderles haber dicho todo lo que les querías decir, tienes que darles las gracias por todo lo que has vivido con ellos y por haber intentado venir a estar junto a ti.
-       Lo sé. Este amor tan grande se quedó conmigo.
-       Margot, tienes que ser fuerte. Déjame decirte que la vida es dura y quiero que sepas que aquí estás conmigo aunque el cruel destino haya pagado mal. Y si las distancias con los sueños se te hacen más cortas por estar con ellos sueña, dedícate a soñar. Hoy quiero decirte que olvidarte es imposible, ni yo ni tus padres te olvidaremos nunca. Ellos viven aquí contigo, porque una parte de ese amor esta dentro de ti. Tengo la certeza que estás con ellos y el tiempo nunca os va separar. Contémplales y diles que los extrañas, ábreles el corazón con ese canto, porque así no te verán con los ojos, te verán con el corazón.
Margot no pudo contener las lágrimas de la emoción, sabía que su prima tenía razón. Aunque sus padres no estuviesen en persona con ella, los llevaba en su espíritu. Cogió a su prima por la mano y las dos corrieron hacia la casa de Lora. Abrieron la puerta y se encontraron a todos sus tíos y primos cantando canciones de Navidad y abriendo regalos. Margot sonreía, sonreía con cara de felicidad, aquella sonrisa que tenía en la cara cuando apenas era un bebé. Aquel, era su hogar. El aire de la casa era especial, con aroma a turrón. Ella sabía que había algo especial en el viento, sabía que había magia en el aire.

                                             FIN

jueves, 18 de octubre de 2012

Carta De Confesiones

EL TERCER RELATO QUE OS VOY A DEJAR EN EL BLOG...


Queridos escasos lectores, tras estar varios días buscando cual sería mi próxima publicación en "Historias Nunca Contadas", he encontrado este relato tan sentimental. Me he pasado muchos ratos calentándome la cabeza para redactar nuevas creaciones pero, estos días no he estado muy creativa. Tengo una idea muy buena almacenada en mi imaginación pero todavía no he encontrado el modo ni el momento de plasmarla en papel. Así que en busca de ideas, acudí a mis antiguas agendas escolares. En ellas, se encuentran muchas frases y pensamientos que he ido recogiendo a lo largo de estos años. 
Ojeando y pasando páginas de la agenda más antigua que conservo, encontré una curiosa carta\mensaje que escribí hace aproximadamente dos años. Me llamó la atención y me puse a leerla inmediatamente. Era una carta muy emotiva que escribí a una persona que fue muy importante para mí en su momento y que ya no tiene ningún papel en mi vida. Esa carta la escribí para hacerle entender a esa persona lo que pensaba y sentía. Como una despedida a tanto tiempo vivido con ella.
Finalmente, no tuve el valor de mandársela y nunca llegó a leerla (menos mal), pero cumplí mi objetivo: Borrarle del Mapa. Para haceros llegar esta carta, he cambiado cosas, corregido errores, suprimido fragmentos y retocado parágrafos. De Manera que ahora esta mucho más bonita que la original. 

Espero que os guste, porque es la primera vez que voy abrir las puertas de mi pasado para mostraros cosas que nadie ha leído... Allá Vamos.   




            CARTA DE CONFESIONES

Estoy decidida a tomar esta drástica medida. Para mí esto es súper difícil, no te haces una idea de cuanto. 

Sé que me voy a arrepentir, seguramente más pronto de lo que me espero. Con esta confesión estoy dándote todas las pruebas que necesitas para destruirme. Esta carta puede hundirme moralmente y socialmente pero, tengo que admitir que esta situación para mí tocó límite. No aguanto más. Llevo mucho tiempo así. Aunque mi orgullo ahora esté por los suelos y tenga rondando por mi cabeza ideas agitantes que me dificultan escribir esto, me dicen que me calle, Hoy voy a intentar expresarme lo mejor que pueda.
Ufff... Casi seguro que sabes todo lo que pienso. Seguramente será porque soy muy transparente o excesivamente inocente.

El caso es que por mucho que intenté olvidarte y todavía continúe intentándolo no lo consigo. Me pasé horas, días, meses... Intentando no mirarte, intentando no hablarte, evitándote por los pasillos, cambiando mi rutina... Todo para olvidarte. Pero por mucho que me he esforzado no he podido evitar quererte. 

Dime que hacemos con esta situación, cariño. Lamentablemente, he llegado a la conclusión de que estar contigo me hace mal y no me lleva a ninguna parte. Y luego llegan esos estúpidos buenos recuerdos invadiéndome por dentro que realmente me desconciertan. Es una pena que esto no funcione, enserio. Hay demasiadas cosas negativas en esta relación tan nociva y contaminante.

Primeramente empecemos hablando por tus amigos, esos energúmenos que me odian y me critican. Lo cierto es que no me conocen, sólo se basan en mi aspecto físico y en mi forma de vestir. Pues lo siento muchísimo, ya sé que soy imperfecta. Intento dar lo mejor de mí y sacar partido a mis cualidades, intento ser lo mejor que puedo como persona. A mí tampoco me gustan tus amiguitos sin embargo, yo no pierdo el tiempo como ellos, hablando de la gente sin conocerla. Verdaderamente lamento muchísimo pelearme contigo constantemente por esto.

El segundo punto que quiero tocar es la dedicación a mis estudios.Como todo ser humano yo tengo unos proyectos y unas metas que quiero intentar cumplir. Es cierto, estudio bastante, no te lo voy a negar. En un futuro no muy lejano tendré que sacar hacia adelante una casa y pagar gastos personales. Quiero en un futuro levantarme por las mañanas y saber que ese día comeré y será ejerciendo la profesión que a mi me guste. Por eso estudio, por el simple hecho de que anhelo hacer algo que me llene en esta vida.

Tercera cuestión: Mentirme y hacerme pasar sufrimientos que no son necesarios.
Necesitar mi atención no implica a que te dediques a inventarte historias sobre nuestra relación cogiendo ese ingrediente tan poco recomendable denominado celos. Sabes que me haces daño, sabes perfectamente que tengo muy poca autoestima y mucha desconfianza. Cuando quieres lo utilizas en mi contra para que te demuestre todo lo que puedo llegar a sentir por ti. Me haces mucho daño y atacas una vez más mi fragilidad. 

Pero te lo tengo que decir así, descaradamente:
Cuando te veo tengo que mirar para otro lado, me pones excesivamente nerviosa. Cuando hablo de ti, me quedo sonriendo como una tonta. Cuando estamos peleados, me acuerdo de nuestros buenos momentos. Últimamente discuto con todo el mundo, no puedo casi dormir, en las clases no presto atención y apenas tengo ganas de hablar con alguien que no seas tú. No hay día que no piense en ti. 

Sinceramente me planteo constantemente si me he vuelto loca. ¿Cómo puedo sentir todo esto por ti, si sufro tanto con esta relación? No eres bueno para mí. Y lo sabes. No es nada serio, pero actuamos como si lo fuese. ¿Es esto lo que hace nuestra relación tan tóxica? No sé bien porqué hemos llegado a esta situación, me gustaría saberlo. 

Ahora creo que lo más sensato por mi parte es esperar a que leas esto y actúes. Sí todo este tiempo esto ha sido un juego por tu parte para hacerme mal, con esta carta ya puedes venderme a los que me odian y destrozarme. Yo solo quería que supieses la verdad de lo que pienso sobre ti y nuestra peculiar relación. Tal vez tu egoísmo y orgullo no te deje ver el contenido real de esta carta. No sería la primera vez que estos dos defectos tuyos no te dejan ver las cosas con claridad. Ya no quiero recuperar los momentos que vivimos.

Te quiero, pero no quiero continuar sufriendo ni padeciendo. No quiero una relación así de contaminante. Aunque en mitad de la noche caiga, caiga en la desesperación al ver que ya no estás a mi lado. No sabes cuanto me dolerá eso, pero no hay otra alternativa más sana. Aunque en mitad de la noche me venga hacia abajo porque todavía sigo teniéndote en mi corazón. No me importa ni el tiempo que cueste ni que las estaciones sean muy largas, seguro que algún día te borrarás de mi mapa.

Sé que no nos dijimos adiós, sé que no nos despedimos. Pero sabías perfectamente que este día en algún momento iba a llegar: Lo más triste de todo es que no nos dijimos adiós cuando lo deberíamos haber hecho. Ahora mediante esta carta de confesiones me despido. Tal y como están las cosas, no sería capaz de hacerlo en persona. No me busques, no me llames ni intentes ponerte en contacto conmigo. No lo conseguirás.

Necesito tiempo, tiempo para olvidar todo.
Gracias por todo ese tiempo que compartimos y hasta siempre.

                       Firmado:
          
                  La chica del ayer.