Agradecida. Así me siento yo cada vez que dejo alguna pequeña historia en mi blog y posteriormente alguna personita me dice que ha leído mis palabras.
Gracias a todos los que empleáis vuestro tiempo en leer mis historias, espero que realmente os emocionéis con ellas.
Y sin más preámbulos, voy a contaros como surgió la buena idea de crear esta historia, la que os voy a dejar hoy aquí.
Todo comenzó una semana antes de las navidades pasadas. Mi profesora de literatura nos pidió como deberes de clase, que creásemos una historia libremente pero con una condición. El tema que debíamos tratar en ella no iba a ser otro que... La Navidad.
Curiosamente, nos dejó de plazo para entregarla hasta después de las fiestas.
Tuve mucho tiempo para pensar, para tomar notas, romper borradores, buscar ideas... Pero ninguna propuesta me parecía lo suficientemente buena para crear un cuento y lucirme así como así delante de la profesora. Sabía perfectamente que esa idea original y creativa todavía no había llegado a mi cabeza. Me pasé muchos días frente a la pantalla del ordenador con una taza de café en la mano sin escribir ni media línea. ¡Eso no podía estar pasándome a mí!
Finalmente, una noche escuchando música en mi escritorio, llegó la inspiración. Me costó tres días escribir la idea, pero al fin y al cabo valió la pena. Este cuento lo considero como una de las mejores creaciones iniciales que he hecho hasta el momento.
Cuando lo presenté, agradó mucho a la gente que lo leyó.
Ojalá en vosotros cause el mismo efecto, disfrutarlo.
Ojalá en vosotros cause el mismo efecto, disfrutarlo.
MAGIA EN EL AIRE
Aquella
tarde Margot estaba muy inquieta. Estaba sentada en la butaca del salón de su
colegio moviendo la pierna nerviosamente. El salón era muy grande y acogedor.
La calidez de la habitación empapaba a cualquier persona que se encontrase allí
sentada. En la gran chimenea central abundaban los troncos de madera y la
chispa de la llama no obtenía gran volumen respecto a los troncos. La
habitación tenía poca iluminación, así que abundaban las sombras donde solo se
podía apreciar un sofá en la pared izquierda de la habitación, en medio de ella
una mesa de madera, en la pared del fondo el butacón donde se encontraba Margot
y en la pared derecha se situaba la chimenea y un árbol de navidad.
Nerviosa,
volvió a examinar el reloj de su muñeca. Eran las ocho de la tarde del día 24
de diciembre. Miró a la puerta del salón con la esperanza de encontrarles allí
pero no, no habían venido. Margot decepcionada pensó en lo peor. Ellos se lo
prometieron. Le prometieron este año llevarla a casa y pasar las Navidades
juntos, en familia. Pero no era el primer año que le hacían esta promesa y
luego no la cumplían. Sus padres estaban separados desde solo hacía tres años,
sin embargo a ella le parecía mucho más tiempo del real. Se podían ver, se
hablaban… aunque la mayoría del tiempo era una situación tensa y un poco
violenta para ellos dos si Margot no se metía en la conversación. Ellos se lo
prometieron, que aunque estuviesen separados pasarían las Navidades juntos. Se
lo prometieron hace tres años, desde las primeras navidades que ya no vivían
juntos. Siempre, cuando quedaba menos de una semana su madre o su padre
llamaban para venderle una escusa barata del porqué no irían a recogerla para
irse a Cergy. Pero esta vez la habían dejado en el colegio… La habían dejado
plantada el día de Nochebuena… eso era intolerable.
De
repente, su móvil sonó con la música de “Everlife”. ¡Eran ellos! Rápidamente
sacó del bolsillo de su chaqueta el teléfono y contestó al segundo:
- ¿Si? ¿Quién es? –preguntó esperanzada-.
- ¡Hola princesa! –le saludó su padre a pesar de que la
calidad del sonido era nefasta-.
- ¡Papá! ¿Qué tal? Ya estaba empezando a preocuparme por si
no ibas a venir… ¿Qué se ha retrasado el avión desde España?
- Princesa…Lo siento mucho, pero es que el hijo de Jessica,
Prince se ha puesto muy malo y lo hemos tenido que llevar al hospital a que lo
viese el médico. Hemos perdido el avión porque de camino perdimos de vista a
Lea y la hemos tenido que buscar, pero no te preocupes, la hemos encontrado.
- Papá, me lo prometiste. Me dijiste que pasaríamos las
navidades mamá, tú y yo. Jessica estaba excluida del plan. Ella se iba a ir con
Prince y Lea a ver a su familia de Estados Unidos. Encima por su culpa pierdes
el avión.-Dijo Margot rabiosa pero con un punto de tristeza-.
- Margot, ellos no tienen la culpa ni Jessica tampoco, es
solo cuestión de mala suerte. Te prometo que cuando podamos cogeremos el avión
e iremos hacia París.
- Para cuando te venga bien ya se habrán terminado los
billetes y también la Navidad.
Margot
colgó el teléfono con rabia, bajó la tapa del móvil y la volvió a levantar para
llamar a su madre:
- ¿Sí? ¿Margot? –preguntó la dulce voz de su madre-.
- Mamá, ¿Te has enterado de lo de papá? Es de vergüenza que
nos haga esto. Vergüenza tendría que darle también a su novia, Jessica que es
muy mala madre. Mira que no saber cuidar a su hijo Prince… y encima perder a su
hija Lea… eso es todo lo que le importan sus hijos… ¡Un pimiento! –Dijo
apresuradamente-.
- Cielo, ya sé que este imprevisto no entraba en nuestros
planes y sé que George no ha inventado esa escusa para no ir a por ti a París.
Hace unos minutos me llamó Jessica para informarme, y lo peor de todo es que a
mí también se me han complicado las cosas para acudir a recogerte. Se han
cancelado muchos vuelos desde Londres a París, Alemania y España incluido el
mío, por las fuertes nevadas.
- ¿Entonces voy a pasar las navidades aquí en el colegio
sola?
- ¡No cariño! Iré en cuanto consiga un vuelo pero hasta
mañana no tendré ninguna posibilidad. Llamé a los Bourque-Gillete, nuestros
vecinos. Estarán llegando a recogerte. Quédate con ellos hasta que yo o George
vayamos a por ti.
- Vale mamá. Cuídate y feliz Nochebuena.
Margot
colgó y guardó el móvil en su bolsillo. Pasaría las navidades con sus vecinos.
Era lo peor que se podía esperar para aquella Nochebuena.
Los
Bourque-Gillete la recogieron a las nueve. Después de cuarenta minutos de coche
y un largo silencio llegaron a Cergy, el pueblo donde vivía Margot desde que tenía
tres años. Cuando el Señor Bourque descargó sus maletas, Margot subió a la
habitación de invitados por las escaleras. Dejó los baúles en el suelo y se
tumbo en la cama. A las diez de la noche, la Señora Gillete subió a la
habitación donde se encontraba Margot y le dejó en una bandeja un plato con un
trozo de pavo, un trozo de tarta y un vaso de agua. Margot cenó y se metió en
la cama. Dio vueltas, primero a la derecha y luego a la izquierda hasta que se
quedó dormida.
Al
día siguiente se despertó y se acordó de porqué estaba en casa de sus vecinos.
Cogió la bandeja de la cena y bajó a la cocina a dejarla encima del banco.
Luego, se fue al salón y se sentó en el gran sofá central. Se fijó en la
estantería que estaba encima del televisor. Había una nota que llevaba su
nombre. Se levantó despacio, cautelosamente, la cogió y la leyó. Los
Bourque-Gillete, le informaban de que habían salido de casa para hacer las
compras y que volverían sobre la hora de comer. De repente llamaron a la
puerta. Ella corrió al recibidor y abrió la puerta para ver quién era.
Una
chica alta y esbelta se tiró encima de ella y la abrazó con fuerza. Era una
chica de cabellos largos, rizados y dorados. Tenía los ojos verdes oliva y unos
labios rosados. Llevaba puesto un abrigo blanco de pelaje suave y unas botas de
caña alta de color marrón. No podía ser otra chica, era su prima Lorraine.
Lorraine
era una prima hermana de Margot que vivía en Cergy. Tenía un año más que Margot
y no se veían mucho porque Margot se pasaba todo el año estudiando en París.
Solo se pasaba por Cergy cuando eran vacaciones.
- ¡Lora! ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí? ¡Creía que estabas
pasando las navidades en Argentina!
- Pues creías mal, eso fue el año pasado primita. Me he enterado
de que George y Grace no han podido venir aquí a pasar las navidades contigo.
Lo siento mucho, Margot. Sé lo que te apetecía volver a estar los tres juntos.
- Ya… Pero me parece que esos momentos que pasábamos toda
la familia junta mis padres, nuestros primos, nuestros tíos… Cantando
villancicos, viendo la tele juntos… no volverán.
- Lo sé y por eso, para que no estés sola el día de
Navidad, he hablado con tus vecinos y me han dado permiso para que vengas a mi
casa a comer.
- ¿Si? Pues entonces acepto la invitación encantada, Lora. Venga
vamos a tu casa. –Dijo Margot cerrando la puerta-.
- Espera, antes de que nos vayamos quiero darte mi regalo
de Navidad para ti, Margot.
- No hacía falta que comprases nada, Lorraine. Eres
demasiado generosa.
- Toma, Margot. Feliz Navidad.-Dijo su prima entregándole
un pequeño sobre con un lazo de color naranja-.
Margot
abrió el sobre delicadamente para no romper el contenido. No era dinero. Lo
abrió y pegó un chillido:
- ¡AAAAAAHHHH! ¡Son dos entradas para el concierto de “Everlife”
en París! Muchas gracias, Lora, Enserio.
- Sabía que te encantarían y compensarían la falta de
George y Grace.
- No Lora, te equivocas. No hay regalo en el mundo que
pueda reemplazar la ausencia de mis padres. La Navidad no se basa en regalos,
se basa en estar con la familia. Preferiría no recibir regalos y estar con toda
mi familia. Es mas, soy más feliz con el hecho que hayas venido a por mí que con el hecho de que me hayas regalado
entradas para el concierto de mi grupo favorito en París.
- Margot, aunque el aire grite que ellos no están, aunque
te sientas culpable por no poderles haber dicho todo lo que les querías decir,
tienes que darles las gracias por todo lo que has vivido con ellos y por haber
intentado venir a estar junto a ti.
- Lo sé. Este amor tan grande se quedó conmigo.
- Margot, tienes que ser fuerte. Déjame decirte que la vida
es dura y quiero que sepas que aquí estás conmigo aunque el cruel destino haya
pagado mal. Y si las distancias con los sueños se te hacen más cortas por estar
con ellos sueña, dedícate a soñar. Hoy quiero decirte que olvidarte es
imposible, ni yo ni tus padres te olvidaremos nunca. Ellos viven aquí contigo,
porque una parte de ese amor esta dentro de ti. Tengo la certeza que estás con
ellos y el tiempo nunca os va separar. Contémplales y diles que los extrañas,
ábreles el corazón con ese canto, porque así no te verán con los ojos, te verán
con el corazón.
Margot
no pudo contener las lágrimas de la emoción, sabía que su prima tenía razón.
Aunque sus padres no estuviesen en persona con ella, los llevaba en su
espíritu. Cogió a su prima por la mano y las dos corrieron hacia la casa de
Lora. Abrieron la puerta y se encontraron a todos sus tíos y primos cantando
canciones de Navidad y abriendo regalos. Margot sonreía, sonreía con cara de
felicidad, aquella sonrisa que tenía en la cara cuando apenas era un bebé.
Aquel, era su hogar. El aire de la casa era especial, con aroma a turrón. Ella
sabía que había algo especial en el viento, sabía que había magia en el aire.
FIN
FIN